sábado, 27 de agosto de 2011

EL BULEVAR DE LOS SUEÑOS ROTOS



No habia podido dormir en toda la noche. Como en las anteriores el calor dentro de la tienda de lona, la incomodidad de la litera y sobre todo las preocupaciones le habian mantenido despierto. El mes de agosto estaba siendo en extremo caluroso en Lorca. Aun no habia despuntado el alba cuando ya estaba haciendo la “Oracion del Alba” o  “Subh” la que todo buen mulsulman tiene que hacer en la transición de la noche al día.
Salim arrodillado, en el exterior de la tienda de lona,  en el campamento de refugiados, apoyaba su frente en el suelo y rezaba. A su mente vinieron claros y nítidos los versiculos de la “Sura 17 del Coran la del “Viaje Nocturno”...  Quien sigue la vía recta la sigue, en realidad en provecho propio y quien se extravía, se extravía en realidad, en detrimento propio. Nadie cargará con la carga ajena. Nunca hemos castigado sin haber mandado antes a un enviado.

Recordó a su padre, Sharif, cuando le decía desde bien pequeño que cada vez que tuviera un problema hablara con el Todopoderoso. Que Ala era grande y misericordioso y siempre le escucharía. Y le vinieron a la mente, aquella madrugada, las imágenes de su pueblecito, Aarabene, apenas quinientos habitantes perdido en la duras extrivaciones de las montañas del Rif…. Donde empezó todo.

Llevaba en Lorca mas de un año. Tras muchos trabajos en precario encontró uno como chofer en un almacen. Era un empleo digno, cobraba ochocientos euros, toda una fortuna, pues le habia permitido ahorrar, y estaba siempre viajando de un lado para otro. Era un puesto de trabajo digno tal como estaban muchos de sus compatriotas. El 11 de mayo se enteró del terremoto en Bilbao. Llevaba una carga para aquella ciudad y paró, sobre las siete y media de la tarde, a tomar una botella de agua en el bar de una gasolinera. Cuando entró todo el mundo estaba pendiente de la pantalla de television donde se repetía una y otra vez la imagen de un reportero que, estando en pleno directo, se derrumbaba  un campanario a sus espaldas. Salim no daba crédito a lo que veía. Trato infructuosamente de ponerse en contacto con el almacen e incluso con la señora Gloria que le tenía alquilada una habitación, de su casa, en el barrio de la Viña. Todo fue inutil.

Regresó a los dos dias, sin haber podido hablar con nadie y sin saber nada de lo ocurrido ni la magnitud de la tragedia. El almacen se había derrumbado casi en su  totalidad y cuando quiso acercarse hasta su casa le fue imposible. El edificio estaba en ruinas y tenian que derruirlo. Los soldados de la UME, policias y bomberos no le permitieron que accediera a la casa, entre otras cosas, porque no podía justificar que vivía alli y no le dejaron entrar a recoger sus pertenencias. Así mismo hubiera sido imposible hacerlo pues el edificio amenazaba con venirse abajo en cualquier momento. A él le daba igual que se perdiera lo que tenía de ropa y enseres, solo quería sacar de la pata hueca de la cama una bolsa de plástico donde tenía dinero ahorrado para ir pagando la deuda contraida con la red que le había introducido de manera ilegal en España.
 No pudo hacerlo. Buscó a la señora Gloria y alguien le dijo que se había ido con una sobrina a la vecina localidad de Totana para huir de aquel infierno de desolación y muerte. Su busqueda fue infructuosa. A los cuatro dias, impotente, sin poder hacer nada Salim vió como la casa del barrio de la Viña era demolida y convertida en escombros. Sus sueños y sus ahorros se habian perdido para siempre. Su vida tambien.

Aquella madrugada, en el campamento de refugiados de la Torrecilla donde llevaba ya tres meses, realizaba sus oraciones pero le quemaba en el bolsillo del chandal la nota que le habian hecho llegar desde Murcia en manos de un compatriota. Si no pagaba al acabar el Ramadan, faltaban tres dias para eso, los dos mil euros del viaje mas mil quinientos de intereses, sus padres perderían la casa de Aarabene y como ésta era de barros y adobes, de poco valor, le decían tambien que su mujer, Raisha, era lo suficientemente hermosa y joven para que no volviera a  verla jamas ya que la venderían, para saldar su deuda, y la perdería para siempre. Era una bella y apetecible mujer por la que pagarían mucho dinero en Francia para prostituirla……

Como todos los dias, Salvador, se levantaba muy temprano para ir al campo, echar de comer a los animales y hacer cosas en la tierra que era su unica pasión. Ademas le gustaba, desde siempre, ver amanecer con los primeros rayos del sol asomándose en el horizonte y bañando con su luz, allá a lo lejos, la torre Alfonsí de la vieja fortaleza lorquina que se alzaba inmponente sobre toda la ciudad.
Aquella mañana hizo un desagradable descubrimiento que jamas olvidaría: colgando de  la rama de una frondosa y vieja higuera pendía el cuerpo desmadejado y roto de un joven marroquí, vestido con un chandal….

Casi a la misma hora, Antonio, en su bar de la Viña servía los primeros cafés y carajillos a los mas madrugadores. Pocos en realidad pues, el barrio, tras los seismos estaba practicamente deshabitado. Sobre el viejo mostrador de marmol, el periodico del dia, llevaba un llamativo titular: “ Las Administraciones Central, Autonómica y Municipal se culpan unos a otros de no hacer lo suficiente por Lorca”… y la noticia, daba cuenta, de las serias desavenencias surgidas entre los gobiernos, de distinto signo político, que se culpaban, unos a otros,de no haber hecho lo prometido tras los terremotos del 11 de mayo de 2011…..

En la radio del bar, la voz quebrada de Joaquin Sabina se escuchaba cantando …..Por el bulevar de los sueños rotos, pasan de largo los terremotos….. 

3 comentarios:

  1. No puedo parar de llorar...que duro, Alberto, que duro...

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  2. Cuentas historias tristes y desgarradoras se esconderán detrás del fatídico terremoto y que se quedarán en los recuerdos...
    Gracias, muchas gracias por estar ahí y transmitirnos a través de tus palabras los sentimientos de los demás...sigamos siendo humanos.

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  3. Si no existiera usted habría que inventarlo.

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