jueves, 11 de agosto de 2011

¡COMO ESTÁ ESPAÑA! Estampas de playa


Todas las mañanas le veo sentado en el mismo sitio. Aprovecha el escalon de un escaparate en una tienda próxima a la playa.
 Tendrá una edad indeterminada pero calculo que entre los cincuenta y los sesenta años. Mas próximo a las seis decenas que a las cinco.
 Pelo cano bien cortado. Barba arreglada. Siempre viste la misma ropa: camiseta azul cielo con un rótulo en inglés y pantalones vaqueros. Botas marrones con cordoneras y calcetines grises que se le ven, al estar sentado, y tener el pantalón subido por encima de los tobillos. Una mochila al lado derecho donde, imagino, lleva sus escasas pertenencias y delante de él coloca siempre un cuenco de plástico donde recoge las monedas que los viandantes depositan alli. Cuando le dejan algo siempre responde con un “gracias” cargado de respeto.

Está siempre en el mismo sitio y todos los dias. No ha faltado ninguno en todo el tiempo que llevo en esta playa. La verdad es que me llama siempre la atencion pues pienso, e imagino, qué será de su vida. No es un “pordiosero” ni un pedigüeño de los llamados “profesionales”. Es español, su acento y su voz le delatan. Me gustaría saber que infranqueables barreras le han llevado a estar sentado en una baldosa de una playa del Mediterraneo. Desconozco su formación o su cuna. Aunque me parece culto. Muy culto quizá. No sé su origen ni su procedencia. Tiene pinta de Hippie. De aquella generación que pensó que el mundo podría cambiarse, a raiz del mayo frances, con flores y comunas. Con “paz y amor”. Pero este perro mundo es mas complicado que todo eso y aquella generación valiente y arriesgada se quedó reducida a una minoría que vaga por otras costas y otros lugares quizá pensando, pese a todo, que cambiar el mundo es posible. O venden collares, pulseras y abalorios para ganarse el sustento en cualquier paseo maritimo del viejo Mare Nostrum.

Este hombre del que les hablo no es de esos. Tiene pinta de "viejo profesor" o intelectual venido a menos. Mi imaginación se dispara. El esta, siempre, sentado en ese escalón de una tienda de modas y a nadie molesta. No pide. Pone su cuenco delante y espera, confía, aguarda que alguien deposite una moneda en el interior del mismo.

Esta misma mañana pasaba por delante de él, como todos los dias,  y a la misma vez lo hacian dos señoras, mas o menos de su edad, dirección a la playa con sus pareos sobre los bañadores, sombreritos para protegerse del sol, bolsos en bandolera y con sus muñecas cargadas de pulseras.  En las manos sendas banquetas para sentarse. Al llegar a su altura los dos hemos oido el comentario: “Nunca se habian visto pobres en esta playa” ha dicho una de ellas. Y le ha contestado la otra “Así está España hija mía un dia nos comen”…

 Y han seguido andando hacia adelante, eso si, en un acto reflejo han apretado los bolsos contra sus costados.
Nos hemos mirado los dos, ha sido un acto reflejo, y por primera vez en todo este tiempo le he visto sonreir. Los dos nos hemos sonreido. 

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