viernes, 19 de agosto de 2011

ADIÓS CARMEN Estampas de Playa


A partir de hoy ya no volveré a ver a Carmen. Se ha ido con su padre después de quince dias en la playa. Ha vuelto a su casa. Una ciudad de la Mancha donde la imagino, a partir de mañana, iluminando con su sonrisa a todos los que la quieren. Que serán muchos. No me cabe duda.

Les conocí el primer dia de su llegada. No he visto jamás un padre tan dedicado por entero a su hija. Es viudo y he conocido, en estos dias, que ha prometido no dar a Carmen otra madre. La suya murió cuando la niña tenía dos años y él se mantiene fiel a la promesa realizada y solo vive para ella. Bueno, y según me contaba, la abuela que les echa una manita alli en su casa.

Llegaban sobre las once de la mañana. El con la sombrilla, dentro de una funda, colgando de su hombro. A la espalda una mochila con los juguetes de ella. En la mano izquierda una silleta plegable. En la derecha la manita de Carmen. Ella, con un gracioso sombrerito de paja. Vestido playero y amplio con florecitas y dibujos (un vestido de princesa porque a Carmen le encantan las princesas) una esterilla en la mano libre y al hombro una toalla de “Bob Esponja” que es su favorito.

Instalada la sombrilla y la silleta, padre e hija, se ponian a hacer “castillos de princesas” con los moldes, cubo y pala, que llevaba la mochila. Cada dia una fortaleza distinta, cada dia una efimera construccion de arena para que ella dejara  volar su fantasía. Y mientras lo hacian, el padre, le contaba la historia de esos muros: Por aquí, le decía, vendrá el principe a salvar a la princesa. Por esta otra muralla, el dragón intentará atacarlos, mira en esta torre esta el Rey que llama a sus soldados…. Cada dia, este hombre que supera los cincuenta años, arrodillado jugando con Carmen, con su hija y contándole historias fantásticas para que volara su imaginación desbordada.

Esta mañana me he bañado con ellos. Hemos entrado al agua con Carmen agarrada de la mano de su padre y de la mía. Ella en el centro. Daba grititos saltando las olas. Se reía cada vez que la espuma de alguna de las mas altas le salpicaba la cara. Luego su padre le ha dicho “A nadar” y Carmen se ha tumbado sobre la superficie del mar, sin soltar las manos de su padre y dando pataditas, a modo de ejercicios de natación, mientras su risa y su alegria lo inundaba todo. Luego han venido los capuzones. Graciosísima como se cogía la nariz y cerraba los ojillos para sumergirse por unos segundos apenas, tan cortos, que a veces salía sin mojar siquiera su rubia melenilla…. Así hemos pasado la mañana. Su última mañana aquí en la playa.

Después y cuando su padre estaba recogiendo todo le ha dicho: “Venga, Carmen, despídete de Alberto” y ha venido hasta mí. Se ha abrazado con todas sus fuerzas a mi cintura y ha apretado su cuerpo contra el mío. He bajado la cabeza para que me diera un beso y ha sido el mas suave, hermoso, delicado y tierno beso que jamas me han dado en las mejillas. Sus labios se han posado en mi cara como una pluma de las mas delicada ave del Paraiso. Ha sido una caricia mas que un beso. Tras esos instantes, eternos, me ha cogido la cabeza y me ha dicho al oído “Eres mu güeno y mu guapo” y ha salido corriendo, ruborizada, a cogerse a la cintura de su padre que le ha abrazado con todo su cariño.

Les he visto perderse entre un bosque de sombrillas. El, como siempre, cargado con la suya en la  funda y con la silleta y el material de construcciones de los “castillos encantados”. Con las princesas que tanto gustan a Carmen. Ella, cogida de su mano, y en la otra llevaba la esterilla. Sobre su vestido, en el hombro derecho, la toalla de Bob Esponja que tantas veces he visto como,su padre, con todo el cariño del mundo secaba su cuerpo…. Ya no les voy a ver y les prometo que voy a echar mucho de menos, muchísimo, a Carmen y a su padre.
 Ese hombre valiente y comprometido con la educación de su hija que ha dedicado su vida a entregarse por completo a ella desde que un fatídico día su mujer los dejó solos.

No les había dicho, tampoco tiene mayor importancia para esta historia, que Carmen es una preciosa adolescente de diecisiete años con un altísimo grado de retraso mental ocasionado por el Síndrome de Down. Ella si es una verdadera Princesa.

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