martes, 26 de julio de 2011

EL AROMA DEL BRONCEADOR. Estampas de Playa

A las diez de la mañana ya estaba sentado bajo una sombrilla de rayas verdes y blancas. A su lado otra silleta vacía. En el suelo una mochila, transparente, cargada de juguetes multicolores. Una pequeña piscina hinchable. Dos flotadores color de rosa con dibujitos azules de “Pocoyó” y una esterilla plegada. Cubos, palas y rastrillos conformaban ese ajuar en la orilla del mar. El, tranquilamente, leía el periódico “La Razón” mientras de vez en cuando levantaba la vista del diario y miraba su reloj.

Una hora mas tarde, sobre las once, apareció ella. Alta, elegante. Bikini negro con pareo a juego. Una graciosa pamela dejaba escapar, por debajo de sus alas, rubios mechones de un cabello, se supone, recogido unicamente por el sombrero y que asi mismo enmarcaba un rostro bronceado salpicado de pecas.
 De sus manos dos niñas calculo de 6 y 3 años aproximadamente. Estas, por cierto, al ver a su padre en la sombrilla salieron corriendo para abrazarse a él y colmarlo de besos mientras las sujetaba entre sus brazos y el periódico quedaba plegado sobre sus piernas.

Cuando ella llegó a la sombrilla su saludo fue mas bien un monólogo del que no pude perder detalle por mi cercanía: “Alfonso eres un desastre ¿Todavia no has llenado la piscinita? Ahora Marina no podrá bañarse porque el agua estará fria.. Ademas, no haces nada bien, te has traído la pequeña. Ahora se pelearan las dos. Sube ahora mismo al apartamento y traete la piscina grande. Vamos hombre es que eres un desastre y nunca haces una a derechas…. Mientras ella decía esto último, el hombre, soltó a las niñas, dejó el diario sobre el asiento de su silleta y descolgó de los hierros de la sombrilla, una camiseta “Nike” color granate a juego con el bañador negro que llevaba puesto. Se la metió inmediatamente y cuando iba a ponerse las chanclas siguió el monólogo de ella.. “ ¿Pero donde vas? Ahora no te puedes ir a ningun lado que he quedado con Cristina y Maite a tomar café.”  Pero ¿no has dicho que fuera al piso a coger la piscina grande? Dijo él con un hilo de voz… “No, no, a eso iras cuando vuelva yo de tomar café. Pues si, para que tardes un año. He quedado con ellas a las once y mira la hora que es. Por cierto si ves que son las doce y media y no he vuelto, ahí en la bolsa te dejo los zumitos y se los das a las niñas. A ver si haces algo bien por una vez…”

Y dicho esto,  se dio la vuelta con exquisitas maneras, parecía una modelo de pasarela, y se sabía observada para alejarse por la arena con la misma elegancia en su andar que había desplegado cuando llegaba. Al pasar a mi lado dejó un gratísimo perfume flotando en el ambiente de esos de bronceador “caro” que tanto me gusta.

Él, mientras tanto, se quitó su camiseta Nike. Se sentó de nuevo en la silleta y volvió a coger el periodico. Como se habia dado perfecta cuenta de que había asistido, sin  querer, a la conversacion que mantuvo con su mujer me miró y me dedicó una sonrisa complice. Mientras las niñas, con sendos bañadores de florecitas, los dos iguales, correteaban por la orilla jugando con la espuma de las olas que les acariciaban sus piececillos.

1 comentario:

  1. Siempre he pensado que abusos y malos tratos hay en ambos lados, hombres y mujeres, lo que ocurre que los hombres lo suelen llevar en silencio, para ellos es vergonzoso reconocerlo, pero la realidad es que está mal lo haga quien lo haga.

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