sábado, 17 de diciembre de 2011

FOTOGRAFIAS DE NAVIDAD " La sonrisa del turron"

Tiene cuarenta y dos años pero sin embargo parace tener setenta. La vida la ha castigado quizá demasiado. Nadie conoce su pasado pero todo hace pensar que no tuvo que ser facil nunca. Hoy padece una enfermedad terminal. Le quedan pocos meses de vida. Sin pelo, siempre con un pañuelo atado a la cabeza, sin dientes pero con una hermosa sonrisa que hace que brillen de manera especial sus ojos azules y profundos como el mar que añora.

Se la nota, pese a todo, feliz y contenta. Alegre. Seguramente porque, en la recta final de sus dias, ha encontrado el techo que nunca tuvo, la cama caliente con la soñó tantas noches cobijada en cualquier parte y alguna calle o plaza, en los portales o cajeros. Se la nota feliz porque tiene ropa limpia. Comida caliente. El cariño de los voluntarios que la atienden y los cuidados médicos que precisa. Porque ha encontrado un hogar. Una casa de acogida donde nadie es extraño y donde todo el mundo es bienvenido.

Estabamos hablando, en el porche resguardados del fuerte viento pero acariciados por los rayos del sol, cuando ha salido el tema de la Navidad. Su sentido, su significado, sus recuerdos y los mios. Curioso: lo que mas recuerda es el anuncio aquel de las “Muñecas de Famosa se dirigen al portal…” quizá porque ella tambien quiso, en algun momento de su oscura vida, una muñeca de aquellas o tambien, quizá, porque esa pegadiza musiquilla delante del niño sonriente le trajera recuerdos de una casa, un hogar, una familia donde a lo mejor vivió sus unicos dias de felicidad plena.

 Lo que si es cierto que, ese anuncio de television, lo conoce de memoria y te lo canturrea con su boca desdentada y rota. En sus labios suena a musica celestial.
Estabamos cogidos de la mano, acariciaba con las mias las suyas faltas de tanta ternura, y de pronto me dice ¿Sabes lo que realmente hecho de menos de la Navidad? Me esperaba cualquier cosa desde luego pero no la respuesta que me ha dado. Echo de menos el turron duro. Me encanta el turron duro. Me recuerda no solo la Navidad sino la feria de mi pueblo cuando, era una cria, y me gastaba el dinero que tenía en trocicos de turron de los puestos. ¿Sabes? Las navidades en mi casa eran las de la gente humilde. No habia tampoco tantos dulces como ahora ni tanto gasto pero mi padre, siempre, siempre, le llevaba a su nena una pastilla de turron duro para mi sola”…. Recordando todo aquello, sus ojos azules e intensos, se han cubierto con una fina capa de lagrimas y sus recuerdos de infancia la han trasladado muchos años atrás a ese hogar feliz que sin duda tuvo en sus primeros años de vida.  Ahora ya ves, me ha dicho, con esta boca sin dientes no volveré jamas a comer turron duro. Ese sabor ya no me acuerdo de el pero nunca mas podre volver a comerlo. Si no puedo ni con el pan… Y me lo decía sin dolor, sin pena, sin lagrimas esta vez. Incluso sonriendo.

Le he dicho que iba a hacer un recado. He cogido el coche y me he acercado al pueblo cercano. En estos dias no me ha costado nada comprar una pastilla de turron duro pues ya la venden hasta en “los chinos”.
He vuelto y cuando se lo he enseñado se le ha iluminado la cara. No podía creerlo. La he hecho venir conmigo a la gran cocina del Hogar. He buscado un viejo mortero. Hemos cortado, como en un juego, el turron a trocitos muy pequeños, diminutos. Despues lo hemos picado muy, muy picadito y ya, por ultimo, ella misma ha visto como cogía ese picadillo y lo he puesto en la batidora. En un par de minutos se estaba tomando, en una taza de porcelana de las de café con leche, un turron duro preparado para su boca desdentada y rota por la enfermedad y la muerte.

No había visto nunca una cara como esa. Esa expresión al comerlo permanecerá siempre en mi recuerdo. No olvidaré nunca sus besos, abrazos y caricias. Será dificil que deje de recordar en algun momento sus ojos, azules e intensos como el mar, llenos de lágrimas de emocion y gratitud.

Nos hemos vuelto a salir a la puerta, cobijados bajo el porche. El viento arreciaba pero el sol de mediodia nos reconfortaba. Cogidos de la mano, mirando las palmeras que se recortan altivas sobre los huertos cercanos que rodean el Hogar, me ha dicho con la mayor sinceridad: "Ahora si es Navidad para mi. Gracias porque me has hecho recordar mi infancia y a mi padre".


Cuando volvía hacia la ciudad iluminada por decreto, solo en mi coche, no me quitaba la escena de la cabeza. Mientras ajenos a todos y a todo, las gentes, deambulan por las calles, llenan tiendas y comercios, se apelotonan en la grandes superficies. Se sientan a las mesas a comer ricos manjares. Ríen despreocupados y todo el mundo es ajeno a todo. 

Esta noche tengo muy presente la cancioncilla del anuncio "Las muñecas de Famosa se dirigen al portal.." Allí, en el cobijo de un Hogar, he dejado yo otra muñeca rota por la vida pero que se dirige  con una hermosa sonrisa hacia el verdadero portal...




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