jueves, 22 de diciembre de 2011

FOTOGRAFÍAS DE NAVIDAD "La carta"

Habían dado vacaciones en el colegio esa misma mañana. Un día marcado por el monocorde soniquete de los niños de San Idelfonso cantando los números y premios del sorteo extraordinario de Navidad. En los aparatos de radio, en las televisiones de los bares, en los taxis, en todos los lugares la gente tenía de música de fondo el tradicional cántico de los numeros y, como cada año tambien, las mismas imágenes de personas felices descorchando botellas de cava o de sidra. Abrazos, lagrimas, gritos de jubilo y gorritos de Papa Noel celebrando los mayores o menores pellizcos que habian obtenido en el popular juego que fiel a su cita, paralizaba el pais toda la mañana.  

A la vuelta del cole, los dos hermanos, estaban mas nerviosos de lo habitual pues tenian el firme propósito de escribir la carta a los Reyes Magos. Como todos los años, y como les decía su madre, la carta la tenian que escribir al dar vacaciones pues no podian distraerse durante la época de examenes.  Por tanto, aquella tarde, se sentaron en su habitación y pusieron sobre una de las camas los folletos, revistas y ofertas publicitarias que habian ido recogiendo de los buzones del edificio o incluso habian encontrado por las calles. Francisco de seis años y Juan de cinco, tenian los rostros iluminados por la ilusion de pedir a los Reyes aquellos juguetes que tenían ya escogidos, cuando iban con su madre al Centro Comercial, o que habian visto en las jugueterias del barrio camino del colegio.

Francisco, el mayor, era quien escribía en nombre de los dos pues ademas tenía una letra mucho mas bonita y legible. Merendaban, como todos los dias, un bocadillo de crema de chocolate que su madre les dejaba preparado a mediodia antes de marcharse a trabajar de nuevo. Ellos adoraban a su madre aunque la veían poco. Su padre murió dos años antes y desde entonces, su madre, se pasaba el dia en la calle de trabajo en trabajo. Sabían, pues ella siempre les decía la verdad a sus hijos, que por la mañana desde bien temprano, mamá, limpiaba en un banco, en una oficina de unos abogados y despues en otra oficina de seguros.
Por la tarde, que la pasaban siempre solos, su madre ayudaba a la señora Carmen en la fruteria y  cuando cerraba iba a casa de doña Remedios a darle la cena y acostarla. Por eso casi nunca la veian y pasaban la mayor parte del dia solos. Francisco cuidaba de Juan y ambos se hacían compañía. Cuando su madre volvía a casa, todos los días, los dos hermanos ya estaban durmiendo tras tomarse un vaso de leche con cereales que el mayor preparaba.

Escribieron la carta a los Reyes. Pidieron todos sus juguetes. Dos páginas completas de peticiones. Y despues de merendar estuvieron un rato viendo la tele. Se acostaron con la tranquilidad del deber cumplido tras haber escrito la carta y se durmieron pronto pensando, quizá, en el dulce despertar del dia seis de enero cuando Melchor, Gaspar y Baltasar dejaran a los pies de la cama todo cuanto les habian pedido aquella tarde. Las cartas, debidamente cerradas, las dejaron sobre le mueble del recibidor no sin antes haber puesto, a su madre, una nota en el frigofico cogida con un iman, para que al dia siguiente fuera ella la que las echara a Correos y llegaran a manos de los señores de Oriente.

Fue un dia muy duro para ella. Toda la mañana limpiando en las oficinas y por la tarde tuvo que descargar incluso la furgoneta de la fruta pues el hijo de la Señora Carmen, la frutera, estaba enfermo y la pobre mujer a su edad no podía. Asi que le tocó a ella hacerlo todo. Y despues en casa de doña Remedios tuvo que lavar, planchar y arreglar la ropa de toda la semana pues no lo habia hecho en su momento. Por tanto habia sido un dia agotador que repasaba mentalmente cuando iba camino de casa cerca de las doce de la noche. Las luces de la decoración navideña de la ciudad ya se habían apagado y caminaba sola por la calle pensando en sus dos hijos. Su única alegría.

Al llegar, nada mas introducir la llave en la cerradura de su piso, salió a buscarla Maria Jose, la vecina de enfrente, que le entregó una carta diciendole que se la habian dejado a ella pues habia tenido que firmarla.
Entró en su casa y se le vino el mundo encima. Aquello no podía ser verdad. Aquello no le estaba pasando a ella. No podía ser cierto.

 Lloró amargamente y procuró en todo momento hacerlo de manera que no quería despertar a los niños que estaban en su habitacion durmiendo. No daba crédito al contenido de aquella carta, fria, impersonal, distante y amenazadora.
Tras leerla una y otra vez, y cientos de veces la dejó en la entrada, junto a las cartas de los Reyes Magos de sus hijos. Aquella sería una larga noche y no podría siquiera descansar. La vida definitivamente se había cebado con ella y sus esperanzas estaban rotas. Todo se había acabado. ¿Qué le iba a decir a los niños?

En el mueble del recibidor, junto a las cartas a los Reyes Magos quedó otra del Juzgado numero dos de la ciudad que le avisaba que el dia cinco de enero, procederian a embargale su vivienda pues no habia hecho efectivo el pago de los ultimos cinco recibos de la hipoteca. El Juzgado ejecutaba la orden de embargo decretada por el Banco y le instaban a abandonar la vivienda antes de esa fecha. 

En la otra habitación, dos niños en ese momento, soñaban con un maravilloso amanecer del día de Reyes con todos los regalos que habían pedido a los Magos de Oriente esparcidos por el suelo.




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