domingo, 27 de marzo de 2011

CARRUSEL DE AUSENCIAS

Nos ha regalado la mañana, en Murcia, la primera jornada realmente de primavera. La estación recien estrenada. Cielos luminosos, sol y calor. Ambiente extraordinario para un domingo en el que, tambien, hemos estrenado nuevo horario acorde con el cambio que estamos disfrutando. Hemos domirdo una hora menos, pues esta madrugada pasada los relojes tuvimos que adelantarlos sesenta minutos, pero eso no ha sido obstaculo para que ocho mil ilusionados aficionados nos hayamos dado cita en las flamantes instalaciones del nuevo Estadio de la Condomina donde, por cierto, el Real Murcia ha ganado por cinco goles a cero al Ceuta. Glorias y miserias de la Segunda Division B donde, por desgracia, milita el club pimentonero. Pero este, desde luego, no es el motivo de mi historia de hoy.

He ocupado mi localidad, como todos los domingos desde hace tantos años, y al mirar hacia un lado del graderio he visto una escena que, sin quererlo, ha resucitado en mi imágenes y recuerdos que creía olvidados en el desvan de la memoria. Alli, ocupando tres butacas cercanas a mi localidad, se han sentado un abuelo, un padre y un niño de apenas ocho años. Sin proponerselo han abierto de par en par las ventanas del recuerdo y hoy, mi partido, ha sido un “Carrusel de Nostalgias” recordando una infancia que desapareció para siempre.

Finales de los años sesenta. Campo de la Condomina en la vieja y entrañable Puerta de Orihuela. Al lado mismo de la Plaza de Toros donde a sus corrales, por cierto, iban a parar los balones que despejaban con fuerza aquellos defensas y cuando no era por ese lado, los esféricos, salian por la grada lateral y entonces caian en los huertos de naranjos y limoneros que habia por ese lado donde años mas tarde se levantaría el llamado “Poligono de la Paz” Barriada obrera que el tardo franquismo nos vendió como la gran explosion urbanistica en aquella España en “blanco y negro”.
En aquellos viejos graderios, donde incluso se vendian localidades de lo que se llamaba “general de pie” debajo mismo del marcador y separados del resto por una humilde alambrada que la mayoria de la veces era insuficiente para frenar el impetu de los mas jóvenes que saltaban, sin apenas esfuerzo, para colocarse mas abajo en la grada lateral donde si habia asientos numerados. Esos viejos graderios,decia, donde he visto a nuestro Real Murcia jugar en Primera Division frente a los mas grandes. A veces era tal la afluencia de publico que se colocaban sillas alrededor del campo, en el cesped, y a nada que estiraras la pierna el Linier podia tropezar y caerse. No se necesitaban, ni falta hacía, las extraordinarias medidas de seguridad que con el tiempo se fueron implantando. Apenas media docena de Policias Armadas (conocidos como los grises) y los viejos voluntarios de Cruz Roja con su uniforme militar, su marcialidad, sus saludos cuarteleros y las viejas camillas de barras paralelas con una lona verde para evacuar del campo al jugador lesionado o al espectador indispuesto. Que de todo había en aquella “Viña del Señor” No faltaban, por supuesto, los vendedores de pipas, caramelos y “chicles Bazooka” (que ricos estaban aquellos chicles) que con una caja de madera cogida la cuello por una tira de cinta de persiana (sería para equilibrar peso y sujeccion) se paseaban por todo el graderio, como podian, voceando su mercancia. Ya, en los meses de mayo y junio se sumaban a estos los que con un cubo metalico, el plastico todavia no se veía tanto, ofrecian “Orange Cruchs” Pepsi Cola (mas introducida entonces que su competidora Coca Cola) y gaseosa “La Casera”. Todo ello fresquito pues iban en aquel cubo con hielo picado que previamente habian adquirido en las cámaras de la Cosechera o del mercado de Saavedra Fajardo.

Tardes de pasion y gloria con el Real Madrid, el Barcelona, el At de Madrid o el de Bilbao (que siempre gozó de gran numero de seguidores en la huerta de Murcia) Aquel entrañable equipo vasco de los Iribar, Saez, Echevarria, Aranguren, Igartua, Larrauri, Argoitia, Villar, Clemente y Rojo… aquel Atletic de Bilbao que en poster, coloreado, la fotografia en color era en aquellos años “cienca ficcion” tenia yo colocado en la habitacion de casa con el consiguiente disgusto de mi madre que nunca quiso que colgara nada en las paredes. Pero tambien, si aquellas eran tardes de pasion en las gradas, teniamos otras de apatía y aburrimiento cuando, el Real Murcia, andaba perdido por la segunda division o incluso en tercera (grupo XIII) donde el unico aliciente eran los cruces con el eterno rival, el Cartagena, el castizo “Efesé” de rayas albi negras que aseguraban el llenazo en la Condomina e incluso el gran negocio para los bares de toda la ciudad donde, desde primeras horas de la mañana, se veian a miles de seguidores de la Capital del Departamento Maritimo del Mediterraneo (que asi de pomposa y grandilocuentemente llamaban a Cartagena en aquella España militariza pues Franco la habia convertido, por su seguridad portuaria y sus instalaciones en la sede permanente de Capitanía General)

España en blanco y negro. Meriendas de “pan y chocolate” de tardes siguiendo a Juan de Toro desde Radio Madrid con el Carrusel Deportivo y mirando por todos los bares de la ciudad, al caer la noche, las pizarras expuestas en lugar visible donde los camareros apuntaban con tiza el resultado de los encuentros. Tardes del “Marcador Simultaneo”, pionera publicidad, donde a cada equipo se le asignaba una “marca conocida” y asi un Real Murcia, Zaragoza (pongo por caso) bien podria ser en aquel marcador un “Anis Castellana, Colchon Flex. Asi, el anunciante, se aseguraba que el aficionado tenia que preocuparse todas las semanas que equipo habia sido asignado a su producto…. Anis Castellana (el Anis de España) Colchones Pikolin (A mi plin, yo duermo en Pikolin) Coñac Fundador (que era “cosa de hombres”) O Colchon Flex (dijo Flex y se durmió) A nadie extrañe hoy la publicidad de los colchones pues en aquella España de la que hablamos, esos “colchones modernos y de muelles” eran cosa de ricos y si me aprietan una “modernez” o una excentricidad pues entonces dormiamos en lana y en muchos casos, los mas humildes, en colchones de borra que, por cierto, sudaban tinta china cuando nuestros abuelos querian darles la vuelta de tan hundidos que estaban.

Tarde de futbol en la Condomina. Unos domingos el Real Murcia y al domingo siguiente, que el titular del terreno de juego, tenia partido fuera de casa, tambien ibamos alli pues jugaba entonces el Imperial, viejo y entrañable equipo del castizo barrio del Carmen que militaba en la Tercera Division y que tenia numerosos seguidores tambien en aquella Murcia recoleta y provinciana.

Y como siempre, como cada domingo, las escenas se repetian. Bar de Julio en la calle de Victorio. Mi abuelo, mi padre y yo. Un carajillo para el mas mayor de los “Albertos” eso si, con coñac Siglo XIX que era una marca murciana, un café solo para mi padre y yo que no tenía edad para esas cosas esperando que acabaran las consumiciones para llegar, cuanto antes, al campo de futbol. Ya de camino, en el tostadero de Santa Eulalia,un cartucho de pipas que siempre pagaba mi abuelo. En aquellos años, las pipas, se compraban al peso y te las servian en cartuchos de papel de estraza… la España en “blanco y negro”.
Y asi un domingo, y otro, y otro mas hasta que la vida me fue quitando a los “Albertos” y me quedé solo para seguir acudiendo, domingo tras domingo, a soñar con los triunfos y sufrir con los fracasos del Club que, ellos, me hicieron amar desde que era apenas un niño.

Hoy, esta mañana, el Real Murcia ha vuelto a ganar. Sigue lider de grupo en la Segunda Division B. Han sido cinco los goles que le ha metido al Ceuta. Ahora bien no me pregunten nada del encuentro. No sé ni quien ha marcado siquiera porque hoy, en esta mañana de hermosa primavera, mi mente se ha cerrado al presente y ha viajado cuarenta años atrás cuando, cerca de mi, se han sentado un abuelo, un padre y un niño…. Yo tambien me he permitido viajar en el tiempo y me he vuelto a ver al lado de ambos pero ya sin que nadie me cogiera de las manos ni me dijera: “Nene ¿has visto que golazo?
Tampoco he comido pipas del tostadero en aquel cartucho de papel de estraza ni he escuchado la voz de mi padre diciendome: "Albertico vamos hijo que el abuelo ya estará esperandonos con el cafe"..... 

1 comentario:

  1. Genial, Alberto. Tu historia me ha llevado a mí también a esos tiempos. Yo vivía justo detrás del marcador, al otro lado del huerto, encima del Cine Rosi cuando era un cine decente y después también.
    Recuerdo que venían a casa amigos de mi padre para "ver" de lejos el partido, antes de que subieran las vallas. Se ponían en el balcón y mi madre le sacaba aperitivos y bebidas mientras yo, con cinco o seis años, me entrometía entre ellos, sus conversaciones y me comía los aperitivos con las consiguientes risas de todos hasta que mi madre me invitaba a dejar de dar el follón y me metía dentro de casa.
    Me gustaba ver el jaleo de los coches aparcando y, sobre todo, cómo las gente escalaba las paredes para colarse al partido por debajo del marcador hasta que llegaba la policía y los echaba de allí.
    Luego, más tarde, nos íbamos los zagales de la zona poligonera al último cuarto que abrían las puertas y al acabar el partido nos dábamos prisa en coger almohadillas del campo pues así nos ganábamos unos duros. Una vez me dieron cinco duros, 25 pesetas, toda una fortuna en aquel tiempo.
    Cierto lo que has contado, Alberto, qué tiempos aquellos, a mí entonces, igual que ahora, el fútbol me importaba un pijo pero el ambiente futbolero me gustaba mucho, los gritos de ánimo, de fastidio, de guasa... y los insultos que se escuchaban desde mi casa perfectamente.
    Qué pena que sólo quedemos nosotros de aquellos protagonistas, ¿verdad?
    Antonio García Torres

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