miércoles, 19 de octubre de 2011

REQUIEM POR CALNEGRE

La muerte
entra y sale
de la taberna.
Pasan caballos negros
y gente siniestra
por los hondos caminos
de la guitarra.
Y hay un olor a sal
y a sangre de hembra,
en los nardos febriles
de la marina.
La muerte
entra y sale
y sale y entra
la muerte
de la taberna.
(Federico García Lorca)

Los primeros recuerdos que tengo de Puntas de Calnegre se remontan a una infancia ya perdida. A mi padre le encantaba perderse por aquellos bellísimos parajes y practicar el deporte de la pesca. Después he ido con amigos, compañeros de trabajo y apasionados, como yo, al “arte de la caña y el sedal” aunque, también es cierto, llevo muchos años sin practicarla. Todo pasa y todo queda… como dijo don Antonio Machado.
 Casualmente hace relativamente poco tiempo estuve en aquellos bellísimos parajes compartiendo mesa y mantel  con un extraordinario grupo de amigos. En aquella jornada imborrable, inolvidable y maravillosa nada podíamos sospechar de lo que se venía encima de las buenas gentes de este poblado de pescadores. El peso de la Ley ha caído sobre ellos como una autentica “galerna del Cantábrico” aunque estemos en las orillas del Mediterráneo.
Ayer nos llegaba esta noticia que ha tenido el efecto de un mazazo: “ El Tribunal Supremo (TS) ha dado la razón al Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino al considerar en una sentencia dictada el 14 de septiembre  que el poblado pesquero de Puntas de Calnegre invade el dominio público marítimo-terrestre y que debe ser desmantelado, por lo que desestima el recurso presentado por los vecinos y por el Ayuntamiento de  Lorca.
En octubre de 2008 la Sala Tercera del TS admitió a trámite el recurso de casación interpuesto por la asociación de vecinos del poblado de Calnegre y el Ayuntamiento de Lorca contra una sentencia de la Audiencia Nacional en la que ya se exigía que se diera cumplimiento a la orden ministerial que exige la demolición de las casas del poblado por invadir el dominio público marítimo-terrestre.

El origen del problema se remonta a un deslinde aprobado por orden ministerial en 1977, ratificado en 2005 y recurrido sin éxito por los vecinos y el Ayuntamiento en varias instancias judiciales y ahora en el Supremo con el mismo resultado.

La Orden del Ministerio de Medio Ambiente de 11 de agosto de 2005 resuelve prestar conformidad a los planos de enero de 2004 en los que se refleja la cartografía actualizada de los deslindes de los bienes de dominio público marítimo terrestre de unos 1.157 metros, que comprende el poblado de Puntas de Calnegre hasta el límite con el término municipal de Mazarrón.

Este poblado murciano, dependiente del Ayuntamiento de Lorca, consta de medio centenar de casas cuyos orígenes se remontan al siglo XIX y fueron humildes pescadores los que se asentaron en aquellos parajes. La vida en Calnegre se detuvo hace muchos años y detenida está. Allí, desconocido lector, no encontrará las aberraciones de Benidorm, La Manga del Mar Menor, Campoamor, Cabo Roig, Mijas, Marbella, Fuengirola y tantas localidades que, no solo han invadido la zona marítimo terrestre sino que incluso han cimentado grandes bloques de apartamentos sobre las arenas del litoral. Son las aberraciones del “tardo franquismo” cuando las familias adictas al Régimen, caso de don José Banus por ejemplo, se beneficiaron de los gobiernos tecnócratas que formó el dictador en sus últimos años de gobierno totalitario. Convirtieron España en su cortijo y los favores al Pardo se pagaban con recalificaciones, permisos de construccion inapropiados, obras faraonicas o monstruosidades en el litoral para fomentar el turismo de las "suecas" o arabes de turbante, petrodólares, limusinas y guardaespaldas. El caso mas ilustrador lo encontramos en Puerto Banus cuando, Franco, pagó al constructor sus "desvelos" en la obra del Valle de los Caídos con aquel trozo privilegiado de la Costa malagueña.

Calnegre no es eso ni lo ha sido jamás. Este rincón de la costa murciana es un paraíso escondido donde apenas un centenar de personas viven permanentemente. No hay chalets, urbanizaciones, campos de golf, puertos deportivos ni tan siquiera chiringuitos donde los “guiris” se torran al sol cerveza en mano. No. No es eso.
Calnegre es la paz. El silencio. La tranquilidad. La señora Mercedes con sus hijas y sus arroces caseros. Playas salvajes. El mar en toda su hermosura. Cuatro barcas con sus maderas quemándose en los soles del estío y dos columpios para que jueguen los niños que por allí viven. Apenas media docena por cierto.

 Las calles mal asfaltadas. La piedra, acariciada por el Mare Nostrum, desgatada por el paso de los siglos. Los acantilados rotos desde tiempos inmemoriales por la furia desatada del Levante en otoño y la blanca espuma que acaricia las noches de luna llena el litoral dormido.
Ese y no otro es Calnegre. Un poblado pescador varado en el tiempo como las viejas embarcaciones de vela latina que surcaban las aguas del litoral murciano.

La  Justicia es ciega y muchas veces sorda. La vieja dama representada, hasta la saciedad, con los ojos vendados y la balanza en sus manos ha dictado sentencia. Ahora queda el amparo del Constitucional. Habrá que esperar el dictamen de las altas instancias jurídicas. Pero mucho me temo que tenemos que empezar a entonar un Réquiem por Calnegre.

No es Banus, ni Marbella, ni La Manga. Ni falta que le hace. Por supuesto es lo contrario a Benidorm. No hay “rascacielos” ni macro urbanizaciones, ni el hoyo dieciocho ni el catorce, ni yates anclados en puertos de súper lujo. Ni coches deportivos, ni boutiques de firmas internacionales, ni tan siquiera bellos cuerpos dorados por soles y sales. No, nada de eso hay en Calnegre. Todo es humildísimo. Por no tener no hay siquiera cobertura de telefonía móvil y para conseguirla, poco menos que tienes que hacer malabarismos sobre las rocas.

  Aquí la paz y el silencio son los únicos compañeros de viaje de unas gentes, extraordinarias gentes, que se han ganado la vida de generación en generación luchando contra el mar y echando las redes en jornadas de temporal o en las de “calma chicha”.  Los cuerpos están tostados y quemados por los soles y las sales. Las arrugas son de tanto otear el horizonte para estudiar la mar y saber donde se pueden echar las redes. Los coches deportivos no existen, ni falta que les hace y los rascacielos son humildísimas casas de techos de uralita donde poder cobijarse del traicionero temporal de Levante. Puertos Deportivos no hay y las barcas, dormitan sobre las piedras esperando la horas de la madrugada en que, de nuevo, serán empujadas mar adentro. Silencio y paz. Paz y silencio. Eso es Calnegre.

Me viene a la memoria aunque nada tiene que ver una vieja frase, creo que era del inolvidable Peridis, y que se publicó en el desaparecido semanario de “La Codorniz” y que decía…”Qué culpa tiene el tomate que está tranquilo en su mata y viene un tío, lo arranca y lo mete en una lata”… 



1 comentario:

  1. Poderoso " don dinero " que siempre acaba con las ilusiones de los más débiles, esto ha sido, es y me temo que tal y como van las cosas " será ".
    Es una lástima que habiendo tantos asuntos sucios en los que emplearse a fondo, no puedan olvidarse y dejar en paz a gentes humildes como estas que en definitiva no hacen mayor delito que el de trabajar.

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