martes, 25 de octubre de 2011

LA MANIFESTACION (cuento murciano)

Acudían a miles desde todos los rincones. Llevaban remos, redes, velas latinas, chubasqueros multicolores, anclas, garfios, palangres, faroles…. Los había de todos los lugares: fenicios, romanos, griegos, egipcios, chinos, rusos, japoneses, vietnamitas, noruegos, finlandeses… procedían de todos los mares. Se presentaron hasta los balleneros con sus enormes arpones.  Incluso llegaron los que siguieron al profeta Jesus de Nazaret en sus predicaciones por el mar de Galilea. Allí estaban todos y no faltaba ninguno. Desde la noche de los tiempos, cuando el hombre pescaba en rudimentarios troncos de árboles que flotaban en los mares y en los ríos, hasta los más modernos con las nuevas tecnologías. Estaban todos allí congregados.
El arcángel san Miguel guardián de los cielos, para intentar mantener el orden y la calma en la Gloria celestial, se puso al frente de una legión de ángeles que no podían impedir el paso de cientos de miles de almas de pescadores que desde todos los rincones del cielo acudían a aquella manifestación convocada por el mismo San Pedro. El pescador de Galilea, ordenaba, como podía, la primera fila de los manifestantes y elegía a los que llevarían la pancarta que encabezada la marcha. Por mucho que San Miguel, con su flamígera espada en la mano, intentaba que razonara el bravo pescador, éste, hacia caso omiso de las advertencias del arcángel y seguía a lo suyo que era ordenar aquella manifestación sin precedentes en los cielos.
En eso estaba cuando se escuchó, como un trueno, la voz de Dios que le mandaba llamar. El Sumo Hacedor no estaba para muchas bromas y se le notaba muy enfadado a causa del revuelo que se había montado en la Gloria. Pedro acudió solícito a la llamada del Padre.
¿Qué quieres Señor? Le dijo con toda humildad… Pedro, contestó Dios, ¿Qué lio me has montado que se han revolucionado todas las almas de los pescadores que tenemos en los cielos?
Veras, Señor, le contestó el santo portero de los cielos, tenemos un sitio en Murcia que es una preciosidad. Único en todo el Mar Mediterráneo. Se llama “Calnegre”. Es un humilde poblado de pescadores que viven allí desde tiempos remotos. Señor, es una parte virgen, de las pocas que queda en nuestra costa. Allí no hay urbanizaciones, ni campos de golf, ni galerías comerciales, ni edificios, ni parques temáticos, ni negocios inmobiliarios, ni tampoco yates o coches de super lujo. Por no tener no tienen ni puerto. Las barcas descansan en la arena como en mis tiempos Señor… allí Dios mío, hay paz, tranquilidad, gentes sencillas que faenan en la mar como todos nosotros. Como lo hice yo mismo. En Calnegre hay humildes gentes que viven todo el año de su trabajo con las redes y la pesca. Y ahora, Señor, los quieren echar de allí. Quieren arrasar sus humildes casas y arrebatarles el sustento. Los hombres, amparándose en no sé qué sentencia o ley, pretenden echarles y derribar sus humildes casas pues dicen que invaden el litoral. Ya ves, Dios, como si eso no lo hubieran hecho siempre en todos lados que ya sabes tú el cabreo, con perdón, que yo cojo con todo eso. No me extrañaría, Dios mío, que una vez que los hayan echado de allí empiece la especulación del suelo y a la vuelta de unos años tengamos enormes construcciones que acabaran con este lugar tan hermoso. Hay mucho dolor en sus pobladores,  pues a estas buenas gentes de Lorca porque, Calnegre pertenece a Lorca, quieren hundirlos en la nada y que pierdan lo poco que tienen y que atesoran desde pasadas generaciones. Yo, desde luego, no lo voy a consentir Señor… le dijo muy serio San Pedro.
Entonces le contestó Dios: “Enséñame ese lugar que describes con tanta pasión pues la verdad es que hace tiempo que no lo he visto y, sinceramente, después de todo lo que han pasado y  sufrido los lorquinos con los temblores  de la Madre Tierra no voy a permitir mas atropellos a estas pobres gentes. Les protegeré personalmente.
Entonces San Pedro sopló sobre las nubes y le abrió a Dios un hueco entre ellas para que viera este trozo virgen del hermoso litoral. El Sumo Creador se quedó paralizado. Al ver semejante maravilla le dijo a San Pedro: “Es un trozo del paraíso de Adán y Eva que se quedó sin destruir. Qué maravilla Pedro. ¡Es el Eden! Que preciosidad. No podemos permitir que esto ocurra. Mira, le dijo al santo portero de los cielos, vas a hacer otra cosa. En adelante que cada una de las almas de los pescadores se encarame con su farol a una estrella y que estén siempre vigilantes para que nada ni nadie, ¿me entiendes bien? Nada ni nadie les quite un solo ladrillo a las casas de estas gentes. Qué no los echen. Qué vigilen constantemente. Y te digo más, Pedro, haz guardia de día y de  noche para que no se  amparen los hombres en leyes absurdas y sin sentido. Cuida desde ahora este paraíso de nuestra amada Lorca y te hago responsable, como pescador que eres, que los protejas siempre de todo mal. Estoy seguro que con eso será más que suficiente porque si hay un lugar en la tierra que se asemeje a nuestro cielo, ese es precisamente “Calnegre”.

Moraleja: Por eso, amigo lector, son tan hermosas las noches de Calnegre. Esa es la única razón de la pureza de sus cielos y la hermosa claridad de su luna. Todas las almas de los pescadores se asoman en la noche mediterránea y se sientan con sus faroles en las estrellas, como les mandó Dios, para dar un resplandor aun mayor a esta zona de la costa murciana y vigilar continuamente para que ningún hombre, amparado en la ley caduca y obsoleta, pretenda arrebatar a las sencillas gentes de Calnegre lo que es suyo y les pertenece desde tiempos inmemoriales. Desde el cielo, las almas de los pescadores, velan constantemente para que nada ni nadie destruya lo que humildes trabajadores del mar construyeron con el paso de los años a fuerza de estrecheces, penurias, sudor y sacrificio.



1 comentario:

  1. Sobran las palabras...., realmente es un cuento salido del alma. " Maravilloso "

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