martes, 2 de octubre de 2012

LA TRAGEDIA HUMANA

Estamos conociendo, todos los días, infinidad de tragedias personales y familiares que se repiten en toda la zona afectada por las trágicas riadas del pasado viernes 28 de septiembre en el Valle del Guadalentín. Cada familia padece la suya que en nada se parece a la del vecino pero que tienen un denominador común y un origen similar: la fuerza desatada de la naturaleza que, en esta ocasión, sacudió a Lorca y Puerto Lumbreras con un mortífero latigazo destructivo acabando en pocas horas con lo que había costado una vida levantar.
La situación es caotica y catastrófica en toda la extensa comarca. Por muchas fotografías y documentos gráficos que podamos encontrar si no se ha pisado el barro, si no se ha hablado con los afectados, si no se ha pisado el terreno difícilmente podremos comprender lo que ha representado para miles de familias la perdida de todos sus enseres y especialmente la perdida de la esperanza pues se sabe, de antemano, que el dinero de compensaciones y ayudas tardara mucho en llegar, si es que llega, y levantar todo esto va a ser casi misión imposible. La bonanza económica de la Region de Murcia y en particular de estas dos localidades, Lorca y Puerto Lumbreras, tardará muchos lustros en hacerse realidad.
Como les decía hay dramas familiares que ponen los pelos de punta. Todos distintos, diferentes. Todos en el umbral de una ruina de la que no sabemos, ni saben, como van a poder salir.
Uno de estos ejemplos me lo presentaban mis compañeros de Radio Lorca, Cadena SER, que han estado, están y estarán al lado de los dannificados como lo estamos, indudablemente, en todas y cada una de las emisoras del Circuito Regional y Nacional de la SER. No abandonamos Lorca cuando los trágicos terremotos de hace dieciséis meses y ahora estaremos ayudando y apoyando a los afectados mucho mas todavía.
El caso del que les hablaba, como un botón de muestra, es el de una familia (voy a omitir sus datos personales por razones obvias) que el 11 de mayo de 2011, la tarde aciaga de los terremotos, perdieron su casa en la Viña. Una de las zonas de la ciudad de Lorca mas castigada por los seísmos. Apenas pudieron salvar cuatro humildes enseres en los que se encerraba el “ajuar” de toda una vida de trabajo y sacrificio. Son un matrimonio mayor. Él esta jubilado por enfermedad y ella apenas puede llevar la casa adelante pues sus multiples dolencias y “achaques de la edad” (como ella misma llama a sus carencias) le impiden desenvolverse con normalidad.
Salen de Lorca, pues habían perdido su casa en los seísmos, y se trasladan a la pedanía del Campillo donde un familiar les presta casa y cobijo en el campo. Comienzan una nueva vida. Cuatro plantaciones de legumbres para consumo propio y conseguir “algunas perricas” (frase coloquial de las gentes del campo murciano). Unos animales también para apuntalar la paupérrima economía domestica y poco mas. En el campo vivían tranquilos, eso si, luchando con las administraciones para conseguir la restauración de su casa en la Viña lorquina y volver a lo que fue su hogar de toda la vida. Ese refugio levantado a fuerza de muchos sacrificios y noches en vela. Su casa destrozada por los terremotos.
El pasado viernes estaban fuera cuando las trágicas riadas. Se habían desplazado precisamente a Lorca para seguir con el “papeleo” burocrático de ayudas y subvenciones para la reparación de su casa derruida por los seísmos. Cuando vuelven al Campillo ya no pueden ni acercarse a su hogar provisional. El campo esta anegado y de esa humilde casita apenas si se ve el tejado que sobresale del mar embravecido de barro que se formó en segundos. Lo han perdido todo.
Mas de veinte personas, vecinos y amigos, les ayudaron a salvar lo poco que tenían. Estos hermosos gestos me hacen seguir creyendo en el ser humano y en la solidaridad. Esas personas, jugándose incluso la vida entre las aguas enfurecidas, pudieron llegar hasta la humilde casita labradora y salvar fotografías, algo de ropa y cuatro cosas mas. El agua se ha llevado los pocos animales que tenían en el corral, todo lo plantado, cuatro arboles frutales que les daban reparadora sombra en verano y hasta el coche que habían dejado allí aparcado pues, como iba a llover y el tiempo estaba muy feo, se marcharon a Lorca en el autobús para no tener problemas a la vuelta en la carretera si llovía mucho.

Lo han perdido todo. Ahora si. Un primer mazazo aquel once de mayo con los terremotos. Salieron de la Viña con lo puesto y comenzaron una nueva vida pese a su avanzada edad. Se establecieron, de prestado, en el campo. Empezaron, pese a la edad y las enfermedades, a rehacerlo todo. Y dieciséis meses después, la naturaleza desatada y cruel, les ha dado la puntilla definitiva que les ha dejado en la calle, sin techo, sin ropa, sin dinero, sin animales, sin coche… sin ilusiones y sin esperanzas.
Esta historia, hay miles parecidas o similares, no es un cuento aunque lo parezca. No es fruto de mi imaginación. Es una instantánea de la cruda realidad que vive la Región de Murcia estos días del otoño recién estrenado. Es un caso muy particular del que he tenido conocimiento, gracias a mis compañeros periodistas, pero hay mas, muchos mas, cientos de ellos a cual mas dramático y doloroso. Es la cruda realidad de un panorama que nos ha dejado una riada inesperada y asesina.
Todo cuanto se diga es poco. A veces, como es el caso, la palabra e incluso la imagen de poco sirven pues se ven limitadas por el dolor para expresar y reflejar la tragedia que se vive en la Región de Murcia. En Lorca y Puerto Lumbreras de una manera especial. Por eso no es momento de especular. No es momento de “politiqueos” de barra de bar para ver quien lo hace mejor o quien lo ha hecho mejor.

Es llegado el tiempo de ser solidarios. De meter el hombro todos a una. De dejar a un lado intereses partidistas y ayudar como sea a centenares de familia que, aparte de la tremenda crisis que todos padecemos, se han quedado en la ruina y rodeados de barros y miserias. No es tiempo de lamentarse. Ya hemos llorado a nuestros muertos. Es momento de apretar los puños y los dientes. De unirnos. De hacer frente común entre todos y luchar contra las adversidades. Miles de personas esperan una respuesta urgente y una rápida reacción de la sociedad que debe aparcar sus diferencias y unirse para trabajar en la reconstrucción.
Todo lo que no pase por ahí no servirá de nada. Lorca y Puerto Lumbreras necesitan nuestra ayuda. No le demos de lado. Somos, los murcianos, gentes alegres y solidarias. Ojala la reciprocidad de las tierras y los hombres de España sea igual para con nosotros. Lorca y Puerto Lumbreras nos necesitan. Ayudemos. Seamos solidarios.

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